Paris, Francia; martes 13 de enero de 2015
Hace una semana que no escribo. Aunque las últimas dos veces me fue mucho más fácil hacer la postura, no había tenido tiempo de escribir ni me había antojado. En esas dos ocasiones decidí acudir a más ayudas. Estaba recurriendo únicamente a un cojín dónde apoyar mi frente y mis piernas simplemente cruzadas en postura fácil. Al sentir tan seguido el dolor en la cadera, decidí levantar mi rodilla un poco con la cobija doblada. Atenuó bastante la molestia.
También decidí hacer un cambio consciente en mis pensamientos. Entré a la postura con tranquilidad, sin exigirme, respirando profundo y repitiéndome palabras de ánimo. Me dí cuenta que me estaba exigiendo mucho en las veces anteriores, algo propio de mi personalidad. Pensaba solo en que debía terminar e incluso ya tenía identificadas en la grabación del mantra, algunas partes que me daban una idea del tiempo que me quedaba. Cambié la estrategia: comencé a variar los mantras para no buscarme formas de medir el tiempo y me enfoqué en mi respiración, repitiéndome afirmaciones positivas. Así, fluí más en la postura.
Sin embargo, dejé mi rutina por dos días y me dí cuenta de que se han movido muchas cosas. El segundo día, sobre todo, me sentí mal todo el tiempo. Con mucha rabia, hastiada de muchas cosas y hasta con pensamientos suicidas. Me veía hundiéndome en un agujero del que no iba a poder salir. Sentí una soledad inmensa, no tanto en mi espacio, sino en el mundo. Me sentí tan diferente, desesperanzada, aislada que a penas comí y estuve todo el tiempo acostada.
Una fuerte discusión familiar me sacó del letargo. Era claro que mi oscuridad les estaba afectando. "Tienes que hacer un esfuerzo y cambiar" fue la petición. Otra razón para que mi mente congestionada se llenara de más pensamientos negativos. Salí a caminar sola un rato con un destino fijo: el puente sobre el río Sena que queda a unas cuadras. Quería terminar con todo el malestar, lanzar todo al agua, así fuera mi cuerpo mismo, para calmar el dolor. Me senté un rato al borde, con una bonita panorámica nocturna del río. Pensé muchas cosas y me calmé.
Al volver a casa me seguí sintiendo extraña. Decidí escribir en el computador con toda la rabia posible, "echándole la madre a todo". Escribí por un largo rato sin releerme y luego eliminé el archivo. Pasé a escribir un poema que me vino a la mente y por fin, poco a poco mi animo mejoró. Dormí profundamente y esta mañana por invitación de mi mamá fuimos a un parque. Probé hacer mi rutina allá y me gustó mucho. Iba bien preparada para el frío y los movimientos del calentamiento me mantuvieron cálida. Me cubrí con una cobija para hacer el Bonus Lotus y me sentí muy cómoda. Sin embargo, no pude terminar porque un joven extraño se acercó creyendo que algo malo me pasaba. Me dió mucha risa y algo de pena, por lo que no pude retomar. Luego empezó a llover y debíamos volver a casa. Fue un extraño momento pero bonito. Yo habría hecho lo mismo seguramente... por lo que me agradó que un extraño se preocupara por mí.
Aprendizajes y remembranzas:
- En la tranquilidad es más fácil lo que parece más difícil.
- La paciencia necesita de mantenimiento constante.
NOTA: Este es un diario de mi rutina de la postura Bound Lotus según el manual hecho por Maham Kiri Kaur Khalsa, basado en las enseñanzas de Yogi Bhajan. Es mi ofrenda para usted, querido lector o lectora.
Prometo escribirte diariamente,
ResponderEliminara cambio, tu prometerás leerme.
Al escribir te imaginaré leyendo.
Telegráfica, responderás: "leído",
Cautivo, te seguiré escribiendo...
Carolina, saludos desde Bogotá.
ResponderEliminarMe encantaría platicar contigo, escríbeme a linas.r@hotmail.com
Yo vivo una situación que me hace querer compartir experiencias contigo.
Un abrazo enormee <3