Enfermedad. Aquel recordatorio constante de mi corporalidad, de que soy materia, finita, a veces frágil, otras sorprendentemente resistente. Materia, realidad, que me lleva paradójicamente a pensar en energías, espíritu, abstracciones que antes eran secundarias. Mi lugar-no lugar, el pliegue en el que me muevo libre, es el juego del nombrar. ¿Cómo llamar eso que me impulsa a sonreir, a apreciar la quietud, a meditar tranquila en soledad?, ¿cómo definir aquello que llena mi corazón y me acompaña en los días y noches que quiero darme por vencida?, ¿cómo expresar con palabras esa fuerza que hace que me arriesgue y acepte lo que venga?, ¿Dios, claridad, universo, amor? No importa, nómbrenlo como quieran... Pero, como manifestación de mi dualidad, también reivindico el poder del nombrar. Mi lugar ambiguo me permite hacerlo, porque en esta frontera puedo ser o no ser, como espectro, y puedo dejar de nombrar y también darle nombre a las cosas en mi realidad situada. Mi enfermedad es rara y h...
Soy Carolina y tiemblo como mi postre favorito. Tengo la rara Enfermedad de Wilson. Aquí escribo mis memorias.