Paris, agosto 30 de 2015 Hace algunas semanas comencé a sentir una constante y molesta decepción de todo lo que me rodea, acompañada de una añoranza que primero creí era por mi país y las y los amigos que deje allí, pero luego comprendí que era por una vida o un estilo de vida que tuve en el pasado y NUNCA va a volver. Ante tal evidencia sentí miedo. Y mi primera reacción fue culpar a todo, a todos, a todas, a mi. Pero esa lista de reproches que lancé con fuerza contra el Universo, se me devolvió con la misma intensidad, en ese juego de espejos del que participan quienes nos rodean, para aprender lo que era debido y volver a ajustar la percepción, vigilante de no caer en distracciones. Hoy lo comprendí en mi práctica que con la decepción se había tornado agotadora y dolorosa. Ante el dolor de mis piernas al estirar y calentar, hice esta semana una kriya para el nervio ciático que me costó mucho, aumenté la frecuencia de mi práctica a dos veces al día y los efectos me confu
Soy Carolina y tiemblo como mi postre favorito. Tengo la rara Enfermedad de Wilson. Aquí escribo mis memorias.