París, Francia; viernes 2 de enero de 2015
Fuente: http://www.spiritvoyage.com/
Hoy inicié mi trabajo con la postura de Bound Lotus. Me venía preparando física y mentalmente desde hace aproximadamente dos meses (aunque practico Kundalini Yoga desde hace unos años). Una de mis maestras en Happy Yoga - Quinta Camacho (Bogotá - Colombia) me prestó un manual hecho por Maham Kim Kaur Khalsa, basado en las enseñanzas de Yogi Bhajan y me mostró la postura, una de las más difíciles del Kundalini Yoga. Me emocionó pensar que podía hacerla, teniendo las instrucciones y llevando mi ritmo. Más cuando decidimos con mi familia trasladarnos a Francia para mejorar el tratamiento de mi enfermedad y tener una mejor calidad de vida. Recomiendan llevar un diario y por eso he decidido incluirlo en este blog. No me siento cómoda escribiendo sólo para mi misma y a lo largo de este proceso siempre he ofrecido mis escritos con la intención de que ayuden a quienes me lean.
Durante los meses anteriores me sentí preparada para asumir la decisión de trabajar esta posición a diario durante 21 días (en principio), pero la antesala del viaje con el trasteo, las despedidas y, en general, el ejercicio de desprendimiento, mas el desplazamiento y la instalación en un espacio pequeño, en época de fiestas e invierno, me dejaron agotada.
Al venir de un país tropical y con sólo viajes al extranjero en época de verano en mi bagaje, el frío me invadió con fuerza. Nunca lo creí, la verdad, pero realmente se mete en los huesos y hay que usar mucha ropa. El ánimo también me ha cambiado con las bajas temperaturas. Un cansancio constante me torna somnolienta a toda hora. Siempre parece ser mejor opción quedarse entre las cobijas, más cuando el sol sale a las 8 de la mañana y se esconde a las 5. Me suele doler la cabeza seguido, la siento como un cubo de hielo y mis articulaciones parecen oxidadas mientras siento cada nudo de mi espalda. Tanto los conocidos como los que acabo de descubrir. Mi digestión tampoco funciona bien, me siento pesada y me duele el estómago. Eso me pone irritable, siento rabia por cosas insignificantes y luego me calmo, pero el cambio no es sutil, es como si cayera una bomba. Me siento pasmada y me cuesta llorar. no logro descifrar mis sentimientos.
En esas condiciones fue difícil mantenerme en la decisión de iniciar. Ha pasado una semana de mi llegada y ayer estiré un poco mis brazos y piernas, me incliné a tocar el piso y no lo logré. Parecía como si mis músculos se hubieran convertido en pesados troncos de madera. No tenían intención de estirarse. Sentí miedo porque creí que mi preparación había sido en vano. Me dije de inmediato, tengo que iniciar, son las señales.
Tomé mi libro, lo revisé con atención y decidí iniciar con una variación en posición cómoda. Inicié con la serie de estiramientos sin tener mucho espacio para hacerlos. Me sorprendió que rápidamente mi cuerpo fue cediendo, con su memoria certera. Los movimientos tuvieron que ser lentos, eso sí, permitiendo que la elasticidad fuera volviendo. Sin embargo, justo cuando terminaba el calentamiento tuve que interrumpir por razones ajenas a mi. Sentí una gran frustración y rabia, mucha rabia. Cuantos pensamientos sombríos llegaron como una avalancha. Me ahogaron, me quitaron la voz, me trajeron solo silencio, triste silencio. Es curiosa la velocidad con la que cambia la auto percepción en una situación así, más estando enferma. Me "dí mucho palo", en resumen, por estar enferma, por no tener tiempo para la rutina, por sentir rabia, por no poder mantener la calma, por explotar, por no poder desahogarme, en fin...Estaba muy decepcionada.
Sin embargo después de un rato me postré en el piso sin dejarme desmotivar por el poco espacio, el frío, el tiempo que había pasado desde el calentamiento, el mal humor: ya había llegado hasta ahí y por lo menos debía intentarlo. Me decidí y cumplí los 31 minutos.
El dolor apareció en los primeros minutos. Mis brazos me ardían por el estiramiento y me costó mucho tener los codos agarrados. Me incomodaron mucho los huesos de las vertebras que hacían presión en mis antebrazos. Eran muy molestas. Sin embargo, los primeros quince minutos escuchando el mantra Ray Man Shabad (cantado por Snatam Kaur) pasaron sin mayor novedad. Cuando la grabación sonó por segunda vez, anunciando que había logrado llegar a la mitad del tiempo en la postura, comencé a sentir mis pies dormidos y un fuerte dolor en la cadera derecha. Fue curioso porque dolía mucho pero al respirar profundo y relajar los músculos (o al menos pensar en hacerlo) este disminuía. Pero nunca dejó de ser molesto.
Ya en la cúspide, cuando creo habían pasado unos 20 minutos, comencé a llorar. El llanto vino de repente y sacudió todo mi cuerpo por unos minutos. Por fin desbloqueé lo que estaba atorado y me entregué a la postura a pesar del fuerte dolor. La incomodidad física pasó a segundo plano y sentí un gran descanso. Ahí postrada, me enfrenté a mi sin posibilidad de escapar.
Tuve que salir muy lentamente de la postura porque mis piernas estaban tan dormidas que no reaccionaban a las órdenes del cerebro. Sólo pude moverlas alzándolas con mis brazos. Estaban livianas y yo también me sentía liviana después de varios días de pesadez.
Aprendizajes y remembranzas:
- Mi cuerpo tiene buena memoria.
- Mi cuerpo es agradecido.
- Puedo hacer yoga en cualquier circunstancia.
NOTA: Este es un diario de mi rutina de la postura Bound Lotus según el manual hecho por Maham Kiri Kaur Khalsa, basado en las enseñanzas de Yogi Bhajan. Es mi ofrenda para usted, querido lector o lectora.
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